jueves, 22 de julio de 2010

Tiempo de cambio

Y aunque realmente les resulte muy raro, y es lo único que les voy a decir, ahora me meto a bañar y después me tomo cinco millones de colectivos porque salgo con Nicolás.

lunes, 5 de julio de 2010

Hasta que me duelan los brazos

Si no escribo es porque no me pasan cosas significantes y porque me aburro mucho. Y estoy rogando por un poco de acción. Por un poco de sentimientos. Yo, la histérica de siempre, estoy llena de ganas de salir con alguien, de dar besos con un poquito de amor al menos, de que me abracen porque me quieren y de que me miren con dulzura.

Si no cuento sobre chicos anteriores es porque nada pasó o porque es totalmente insignificante. Odio la monotonía de esto, de que sea siempre lo mismo, plantear un chico y nada más, porque no pasó absolutamente nada más.

El punto es que éste último tiempo me plantee que me gustaban tres chicos. Chicos con los que realmente me gustaría salir. Con los que la histeria no jugaría, con los que pienso que puede existir afecto, un futuro, y un lindo, lindo presente; que siempre dije, me parece lo más importante.

Ellos son: Fernando, Ulises y Nicolás. Sobre Fernando escribí sólo una vez y es, tal vez, un tema platónico, pero realmente saldría con él y toda esta previa de tanto soñar hizo que me guste todavía más. Sobre Ulises los aburrí, realmente, de tanto que dije. Haciendo click en su fucking nombre van a poder entrar a la primer entrada que escribí sobre él, pero en la etiqueta "Ulises" están todas ellas.

Y sobre Nicolás no hablé jamás y voy a hablar ahora. Repito: mi falta de relaciones amorosas me lleva a contar como situaciones de este estilo "importantes" o "relevantes" a las que son cualquiera. No se me rían por favor.

"Todo empezó una noche de calor", dice Airbag, y yo agregaría "en lo de mi prima y atrás de una computadora". Nico es el hermano de un chico que conocí en las vacaciones 08-09 en Pinamar. Chamuyo va, chamuyo viene, empezamos a hablar de cosas interesantes, perdemos el filtro, rozamos la ternura, y las horas seguían pasando. A las cinco decido dormir. Pero me quedé pensando que me gustaría verlo. Entonces al día siguiente, arreglamos para salir.

Pasaron un par de días y llegó el día que saldríamos. Encontré la excusa perfecta y lo cancelé. Así una o dos veces más. Nico se hartó de mí, pero de todas maneras seguía hablándome. Tiene diecinueve años, pero es realmente demasiado bueno. Demasiado. Vamos a ver qué tanto me afecta eso en este momento, aunque genere sorpresa.

Esto que voy a contar me lo hizo acordar él hace un par de días. Parece que en el verano, mientras veraneábamos ambos en Pinamar 2010, él me mandaba mensajes para vernos y yo me negaba rotundamente, haciéndome la difícil, la capa, la superada. Según lo que me contó, me llamaba todos los días y yo jamás lo atendía. ¿Puede ser que me haya olvidado tanto de algo...? ¿Olvido selectivo?

El punto es que de repente nos hallamos en junio del 2010. Nada más pasó en el medio. Empezamos a hablar de vuelta, de repente me encontré con muchas ganas de verlo, más allá de ver sus fotos y darme cuenta de que no se asemeja al estereotipo de chico que suele atraerme. Tengo ganas de darle la mano, de darle un beso, de que vayamos a pasear, de que veamos una película juntos.

Sin embargo, él ahora me pone un freno. Ni siquiera tengo que tirarle una indirecta de vernos como para darme cuenta que está antipático. Y los dos somos sumamente transparentes, a él no le cuesta nada explicarme la razón de todo esto. Está saliendo con una chica. Y ya más de una vez me manifestó que tuvo una época negra en su vida en la que se cagaba en todos y ya no quiere más eso.

Entonces, qué tengo que hacer yo? Tengo ganas de sentir! Y siento que Nico me puede hacer sentir. Por ende estoy dispuesta a verlo, aunque sea amistosamente. Mejor, sería sin presiones; de esas que me hacen temer tanto. Además sería divertido eso de: a los dos nos pasa algo pero no podemos nada. Muy divertido, y generaría adrenalina.

Estos pensamientos me llevaron a que no me cueste nada proponerle puntualmente de salir. Sí, a mí, a Vilmita. Me dijo un "vemos..." o algo así. Quedó en nada. Hoy le hablé de vuelta y la conversación fue tristísima. Nada va a lograr que yo no la ponga acá.

Vilma dice: hola.
Vilma dice: ey.
Nico dice: hola. ¿Cómo va?
Vilma dice: bien, vos?
Vilma dice: ey, qué onda. Me fastidia.
Nico dice: no te quiero ilusionar al pedo.
Vilma dice: no me ilusionás con nada.
Nico dice: bueno.
Vilma dice: me molesta.Te lo dije? Te lo digo de vuelta. Me molesta.
Nico dice: qué te molesta?
Vilma dice: no sé, todo. Te hablo y sos super ortiva. Y aunque no creas yo quiero verte amistosamente. Sé que estás saliendo con una piba y bla, bla, bla.
Nico dice: en las charlas siento y seguramente vos tambien, que hay un tiroteo entrelineas que es hermoso, y a mi tambien me gusta, pero no me gusta la parte en que por ahi (segun mi imaginacion, por ahi es un flash solamente) te creo una ilusión de que podemos salir o algo así, porque después me tengo que hacer cargo por "no ir al frente" y soy el malo de la historia.
Vilma dice: no es un flash tuyo, pero no sé, algo hace que me den ganas de verte aún sabiendo que estás en otra.
Vilma dice: ey, mandame a cagar y listo.
Nico dice: no, pero ahora no puede ser.
Vilma dice: sólo quiero verte.
Nico dice: no es eso, no es así. Verme es la primera parte, vamos a pegar onda si nos vemos, estoy completamente seguro. Y después? Cómo te pongo el freno sin lastimarte? Sin matarte la ilusión.
Vilma dice: lo del freno se va viendo.
Nico dice: bueno, no. Yo así no puedo.
Vilma dice: bueno. Fucking destiempo. No sé, sé feliz. Chaucito.
Nico dice: beso.
Vilma dice: arrepiento mi "chaucito" simpático porque estoy sumamente fastidiada.
Nico dice: dale.
Vilma dice: lo último que te quiero decir es que no entendía muy bien cómo si estás tan seguro de que podés llegar a sentir algo, lo dejás pasar. Pero ahora ya entiendo. Yo no quiero ser capaz de dejar pasar una situación así porque jamás sentí nada, y al parecer, y por lo que me contás, vos sí, así que se entiende. No te molesto más. Besos, que estés bien.

Y ahora sí que se fue todo al carajo. Y, una vez más, lo que podía llegar a ser, NO FUE.

La conversación se fue alargando a medida que lo iba pasando, casi no la podía llegar a cortar, me moría de ganas de contestarle pero a la vez de hacerme la ruda de que ya es una etapa cerrada (y jamás abierta) para mí. Inclusive la conversación siguió pero ya no tengo ganas de ponerla. No llegamos a nada y nos despedimos con un frío "chau".