miércoles, 2 de junio de 2010

Sintetizando un mes entero

Bueno.. Sí, desaparecí. No me dieron ganas de escribir y ahora vengo a aburrirlos un poco.
Por un lado, con mi papá está todo bastante mejor. El 22 de mayo fue mi cumpleaños y salí con amigos (las salidas jamás fueron restringidas) y me dijo "podés tomar dos medios vasitos". Más allá del tomar, valoro el gesto, la confianza, el superar su orgullo que ahora ya entiendo de dónde lo heredé. Previamente a esto habíamos tenido una conversación que empezó muy tierna, porque yo me acerqué a decirle que lo sentía distante y él me dijo que no sabía bien cómo acercarse a mí porque con mis hermanas tenía la "excusa" del hockey, las lleva a entrenar, va a buscar, charla sobre eso; pero conmigo nada de eso (por momento sentí que era un poco reproche porque no hago nada de mi vida, pero todo fue tan tierno que no podía ser así). Sin embargo no sé cómo salió el tema del alcohol y terminamos discutiendo muchísimo. Aunque cerramos el tema sin acuerdo común y nos dimos un abrazo. Pero al final, como conté, el día que salí por mi cumple, todo salió bárbaro. Me dejó tomar y estaba todo bastante bien. Ayudó mucho el psicólogo creo yo. No por lo que hablé yo con él, si no por las veces que habló con mis papás.

Hacía mucho yo quería un arito en la oreja (la parte de arriba, el carílago), y mis viejos son super cerrados con eso. No existía posibilidad alguna de que me dejaran. No existía. Unos días después de mi cumpleaños número 16 (me atrevería a decir que el patriótico día, el día del bicentenario) papá me dijo: decidimos con mamá que te vamos a dejar hacer el arito. Son cerrados, les cuesta decir sí con esas cosas, pero cuando lo dicen me sorprenden. Y eso vale mil. Sin embargo, yo ya saltando por todos lados, dije: ¿cuándo me hago la argollita?. Papá me contestó: argollita no te dejamos. Puntito. Jamás voy a entenderlo.

Decidí hacerme el puntito y después cuando aflojara, cambiar. Al día siguiente en la cena pregunté: ¿Nunca me voy a poder poner la argollita? Me contestó que no. Con mucha seguridad. La cena siguió. Mamá le dijo: ¿Por qué la argollita no?. A lo que papá contestó mil veces "porque no". ¿Por una cuestión estética o porque se puede enganchar?, preguntó mamá. Papá siguió contestando lo mismo. Me fastidié. Me peleé. Le eché en cara otras cosas que no tenían nada que ver. Más allá del arito en sí, ¿qué necesidad de contestar porque no? Es lo opuesto que hay que hacer para lograr una buena convivencia, como habíamos acordado.

Entonces le escribí un mail. Es así, me resulta más fácil expresarme y además me "enfrío" y no lo lleno de violencia. Y sé que cuando lo lea él también va a estar más tranquilo. Le puse:
1. te juro que no te entiendo. parece que a propósito no querés una buena convivencia y me decís que NO a algo que realmente quiero, y encima contestás PORQUE NO. así buena convivencia es imposible. de verdad te digo. aunque ponga mi mejor intención
2. igual como ya dije en la mesa gracias por dejarme el puntito porque sé que para ustedes es un paso.. no es que no me lo hago por desagradecida, si no que no tiene sentido que me agujeree por algo que en realidad no quiero.

No contestó. Pero todo está bien, aunque del arito no se volvió a hablar.

Me gustaría que hubiera algo interesante que contar respecto a otro tema, nada lo considero relevante como aparecer acá. En cuanto a amigas, Las Superflúas ya no existen en mi mapa, comparto aula con dos de ellas pero la relación es nula. Me dedico a la real amitad con Ceci y Marina. Con Mari hoy tuve un cruce complicado, es una persona complicada para discutir y que siempre tiene la razón. Eso lo hace difícil, porque por ahí hablar temas jodidos en los que sé que diferimos se hace algo que prefiero evitar porque termina insultándome. De todas maneras la balanza da positivo. Eso es lo que cuenta.

Y en cuanto a chicos... sí, estoy más sola que nunca. Me lo merezco por histérica. Vamos a ver que me depara este fin de semana, y el que sigue, y el otro, y el otro...